Camino

Mirando a través de la lámina de arena fundida continúa pensando en aquello que dejo, quisiera rehacer el camino hasta encontrarlo nuevamente y pedir disculpas.
Un funeral a un lado del camino, nada importante, hasta que el olor de flores entremezcladas impregna sus sentidos como el mal perfume de los deudos. Si siquiera le importara aquel que yace en el féretro, aun así aquella fragancia le incomoda en lo más profundo, ¿demasiadas lagrimas pisadas? , ¿Muchos pasos de cortesía plasmados en velorios de cadáveres ajenos?, ¿Por qué algo tan bello es motivo de tanta angustia?, las flores, la muerte.
Ella está acá, no allá entre lágrimas y perfume mientras el agua de la fuente se evapora con cada rumor bajo el ataúd, la gente rebusca entre los escombros de recuerdos lo valioso de aquel cuerpo inerte como si pensaran que de tanto elogio este fuera a interceder por ellos más allá de la muerte. Los ojos al otro lado del cristal que se conectaron efímeramente con la escena creen firmemente que sí, que merecía morir como todos, que es mentira, que la enfermedad no fue la culpable, el verdugo fue solo el ciclo de la vida. Los asistentes a la obra no juzgan comentarios, callan, rezan, lloran, ¿lloran?, por dolor, por amabilidad, por imitación, por culpa…sí, por culpa ruedan lagrimas al otro lado del vidrio que continua su paso ya muy lejos de la escena, aroma inductor de emociones aquel que como la mas pura alquimia crea un perfume universal persistente hasta el clímax de la actuación, cuando cae la tierra cual manto sobre el cuerpo, luego los deudos continúan su catarsis a cada paso opuesto al agujero.
Ella debió rehacer el camino, volver a encontrarlo, pedir disculpas y abrazarlo, para ser ella la deuda catártica en el futuro o él quien comprara flores para hacer alquimia.