I Tardes de verano...
Nubes rosadas cubren a lo lejos las colinas mientras una leve brisa intenta llamar la atención de su consciencia, ella está quieta concentrada solo en lo profundo de su respiración, intentó inspirar el aire suficiente como para estallar por dentro pero morir para los que buscan la muerte a veces no es tan fácil. Después de todo ella no esta convencida de querer morir pues hay mucho que la retiene aquí, el amor por ejemplo, mas de una vez escuchó que el amor todo lo puede, aunque aquella falacia siempre la hacía sonreír ya que el amor que ella tenía no podía hacer muchas cosas pero aun así era todo lo que tenia, tan pequeño como para caer en un corazón y ser trasladado de un lugar a otro y tan grande como para atarla de por vida a esta existencia coartada de muchas formas.
Cada día salía al patio con su silla a cuestas tan parte de ella como si misma desde que nació para mirar el horizonte hasta que las rosadas nubes pintaran el atardecer, amaba esos atardeceres multicolores, eran el único momento del día en el que ella respiraba profundo, era su forma de despedirse del día que se había ido.
Sabia que la esperaban mil atardeceres más desde que comprendió que sus piernas eran solo un adorno de huesos inamovibles allá donde terminaba su humanidad. Todo sería igual, al menos lo había sido los últimos 24 años…
Cada día salía al patio con su silla a cuestas tan parte de ella como si misma desde que nació para mirar el horizonte hasta que las rosadas nubes pintaran el atardecer, amaba esos atardeceres multicolores, eran el único momento del día en el que ella respiraba profundo, era su forma de despedirse del día que se había ido.
Sabia que la esperaban mil atardeceres más desde que comprendió que sus piernas eran solo un adorno de huesos inamovibles allá donde terminaba su humanidad. Todo sería igual, al menos lo había sido los últimos 24 años…
Comentarios
yo no quiero llegar a los 24
yo no quiero.
besito :)
bellisimas palabras!
un fuerte abrazo!
desde la creacion y para siempre... Eva!